viernes, 24 de octubre de 2008

Nadie hizo nada

La mujer caminaba en la penumbra de las estrechas calles empedradas, sus ojos estaban inundados en lágrimas y enrojecidos por el llanto, su cara estaba pálida y descompuesta por el dolor, se sentía totalmente sola y desamparada a pesar de ir acompañada. El hombre que caminaba junto a ella era alto, de facciones duras y mirada fría, parecía insensible al dolor de ella.

Las marcas y heridas que la mujer tenía en su piel no se veían, estaban bien tapadas con la ropa, quizás las de su alma se notaban más que las otras, pues se podían ver a través de su mirada, empañada con miedo y lágrimas.

La pareja se adentraba en la oscuridad de las pétreas callejuelas, cuanto más se alejaban, más profundamente se me clavaba en el alma la desesperación creciente de la mujer. Todos sabíamos lo que había pasado y lo que habría de suceder…

Nadie hizo nada, ni nosotros ni la mujer…

Finalmente, ambos se perdieron en la profunda oscuridad de la noche.

Fin