miércoles, 29 de julio de 2009

Gustavo Adolfo Becker


Como se arranca el hierro de una herida

su amor de las entrañas me arranqué,

aunque sentí al hacerlo que la vida

me arrancaba con él!

.

Del altar que le alcé en el alma mía

la Voluntad su imagen arrojó,

y la luz de la fe que en ella ardía

ante el ara desierta se apagó.

Aún turbando en la noche el firme empeño

vive en la idea la visión tenaz...

¡Cuándo podré dormir con ese sueño

en que acaba el soñar!