Me miran los ojos de Destino a través de sus cuencas vacías, ¿Cómo puede el ciego guiar nuestras vidas? ¿Cómo puede leer su libro cargado de fantasías? y ¿Cómo pueden esas fantasías ser tan reales y verídicas?
Él es la pauta que se repite, él es los sucesos que acontecen, él es el valle que aprisiona y limita nuestras decisiones, nuestros deseos y nuestras ansias de libertad. Él es la sierra montañosa, que guía nuestro avance a lo largo del rio de la vida, él nos empuja hacia la alegría y nos ata a la agonía.
Tenemos capacidad de elegir pero nunca podremos escalar la montaña, ni salir del valle, que nos llevará hasta el mar de muerte.
Es el reino de Deseo el más malvado, cruel y doloroso de todos los reinos y al mismo tiempo el más apasionado, el más dulce, y el más adictivo. Nadie parece poder vivir sin él, aunque él nos lleve a la lujuria, a la gula, a la envidia a la avaricia y finalmente al desastre.
Por él venderíamos nuestra alma al más bajo ser que encontrásemos habitando las profundas simas del infierno.
Él es la razón de nuestra vida y nuestra existencia y a causa de él morimos, a veces con gusto, con placer y a veces con amargura y desesperación, él es nuestra salvación y nuestra perdición.
La vida sin él no es nada y no merece la pena vivirla. Deseamos porque vivimos y vivimos porquedeseamos, dejar de desear es prepararse para la muerte.
El ruido de las armas entrechocando, se extendía a través del bosque, amortiguado por los troncos de los árboles, los arbustos y las malas hierbas, que hacían complicado el avance por aquel laberíntico y mágico lugar. En ese maldito sitio todo parecía moverse y tener vida, parecía imposible llegar a tiempo a la pela.
Avanzábamos torpemente por entre la vegetación, arañados por las plantas que nos rodeaban, una extraña sensación flotaba en el ambiente, casi llegamos a pensar que aquel lugar nos impedía llegar a nuestro destino deliberadamente, nuestra pelea parecía ser con el bosque.
Por fin, llegamos al gran claro, en el que se desarrollaba una encarnizada pelea, las espadas manchadas de sangre negra eran blandidas diestramente por los nuestros, atestando golpes sin parar, pero aún así, parecían estar perdiendo, nos unimos a ellos para luchar contra las siniestras criaturas, mitad hombre mitad planta, que atacaban sin tregua.
La contienda era desesperada, nuestros hombres estaban agotados por el combate y por la caminata, pero aunando fuerzas conseguimos, que la balanza empezara a inclinarse a nuestro favor y pudimos frenar su acometida. En ese momento y sin previo aviso los entes emprendieron veloz huida a través del espeso y oscuro bosque.
Antes de que el entusiasmo y los gritos de alegría pudiesen emerger de nuestras bocas, un enorme y terrible estruendo provocado por un terremoto nos hizo caer al suelo. Lo que vimos a continuación brotando del suelo, nos horrorizó a todos hasta la locura, la figura era tan monstruosa y abominable que afectó a nuestras conciencias, hasta el punto de que algunos de nosotros casi empezamos a dudar de nuestra propia existencia y humanidad, los caballeros que siempre habían seguido el camino de la espada, llegaron a dudar de su honor e incluso de que existiese tal cosa y aquellos que eran guiados por los designios del propio cielo, dudaron de su Fe y de la existencia de los dioses.