Es el reino de Deseo el más malvado, cruel y doloroso de todos los reinos y al mismo tiempo el más apasionado, el más dulce, y el más adictivo. Nadie parece poder vivir sin él, aunque él nos lleve a la lujuria, a la gula, a la envidia a la avaricia y finalmente al desastre.
Por él venderíamos nuestra alma al más bajo ser que encontrásemos habitando las profundas simas del infierno.
Él es la razón de nuestra vida y nuestra existencia y a causa de él morimos, a veces con gusto, con placer y a veces con amargura y desesperación, él es nuestra salvación y nuestra perdición.
La vida sin él no es nada y no merece la pena vivirla. Deseamos porque vivimos y vivimos porque deseamos, dejar de desear es prepararse para la muerte.
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