domingo, 23 de octubre de 2016


Al despuntar el alba
las noches sin dormir
pesan en el alma,
las ocho de  la mañana
y  cuatro horas  mal dormidas
a la espalda.
Tengo la vida agarrotada,
mi frágil  y  maltrecha cordura
huye y se disipa abotargada.
¡Madurez!  Pueril ilusión
en  esta noche agotada
sólo hay  desolación,
en  esta realidad  distorsionada
sólo queda  desesperación
y  la destructiva intrusión
de un temor  que me mata,
la inevitable destrucción
de lo que a  la realidad  me ata.
Temo que será inevitable
que sea yo misma quien  acabe
destrozando
lo que más amo,
supongo que siempre ocurre
de esa manera
¿Quién soy  yo para tratar
de evitar que esto suceda?

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